
Autor
La "sábana" de materiales didácticos no tapa los bajos resultados educativos
Comienzan las clases y los precios espantan. Sugiero revisar su utilidad para no profundizar el deterioro del ingreso familiar.

Comienza un nuevo ciclo lectivo y representa el inicio o la continuidad del futuro ideal trazado por madres y padres para sus hijos. Pero a la felicidad de superar las etapas de la educación acompañan los traqueteos de una economía real sin solución.
Este año se siente con más intensidad en los presupuestos familiares el "peso" de la canasta escolar. No se trata de kilos, sino de escasez de billetes o márgenes en las tarjetas para comprar materiales didácticos.
Por ello, me atrevo a sugerir a directivos y docentes que prioricen la transmisión de contenidos sin recurrir a largas listas de productos. Hasta hoy, los resultados en la calidad educativa son inversamente proporcionales.
Lo revelan las encuestas hechas a alumnos y egresados. Sólo observemos programas de preguntas y respuestas de la televisión y veremos que, adolescentes y jóvenes, responden erróneamente la fecha de las fiestas patrias o el día exacto del paso a la inmortalidad de nuestros próceres.
Sin ánimo de ser pesimista, pero atento a las modificaciones del calendario patrio, quizá no falte demasiado tiempo para que la repuesta solamente sea "feriado turístico". Es decir, no conocerán los motivos de la medida y caerán en una orfandad de conocimientos históricos que terminará hipotecando el futuro.
Sin mirar con el espejo retrovisor y siendo consciente de que cada elemento nuevo es una herramienta de superación, no está mal detenernos en los tiempos en que sólo había cartulina, lápices de colores y papel de calcar.
En esa época, Argentina obtuvo cinco premios Nobel, tres directamente vinculados a la eficacia y eficiencia del sistema educativo (entre 1947 y 1984). En menos de cuatro décadas tuvimos dos premios Nobel de Medicina y uno de Física. Desde el último, transcurrió un período de tiempo más extenso y nadie volvió a ser distinguido por la academia sueca.
Hoy la base del sistema educativo está en crisis. Los resultados demuestran que las extensas listas de materiales poco colaboran y no son imprescindibles para mejorar la lectoescritura y la comprensión de textos indispensables que cultivan y desarrollan el intelecto.
Tampoco sirven las exigencias para adquirir marcas específicas o "sugerir" su compra en lugares exclusivos. Sé que la respuesta de los docentes no se hace esperar siquiera al primer planteo.
Para ellos ayuda a la prolijidad del alumno. Podría ser cierto si hablamos de una hoja de papel. Pero cabe recordar que, en la optimización de elementos disponibles, existen variados productos que ayudan a ese fin.
A los viejos borradores se agregaron las tintas y cintas para lograr el mismo objetivo. Quizá los niños pequeños demanden ayuda para resolver el error con prolijidad y correcto uso del producto.
Ahora, "saltarán" los maestros de sus asientos recordándome que el tiempo del aula es escaso para atender a 30 o más alumnos con diferentes demandas de aprendizaje. Aquí pasemos la posta a la dirigencia sindical y a los gobiernos que poco se ocupan de reclamar y construir nuevos edificios que impidan el hacinamiento escolar.
Además, evito sumarme a los que piensan que un padre quejoso no quiere invertir en la educación de sus hijos. Seguramente los hay, pero en 2023 y después que la inflación provocará el año pasado la "masacre" salarial a la que me refería en la columna anterior, es necesario ser compasivo con los "bolsillos".
En las listas se observan productos que no se destinan a la enseñanza del alumno sino a actos, festejos y agasajos. Podría ser la clave del ahorro sugerido. No son pocas las actividades llenas de materiales decorativos que culminan con escasa aprehensión de conocimientos para el alumno.
La "montaña" de artículos escolares no contribuye a sacarnos de una educación con resultados individuales. Seguimos atravesando el dramático fracaso colectivo con chicos vencidos por vicios estigmatizantes.
En el mejor de los casos, hablamos de los "haraganes de la esquina" o, peor aún, los condenamos injustamente por ser alcohólicos o drogadictos. El futuro deseado se convierte en pesadilla familiar y, más tarde, de la sociedad. Las adicciones son, en parte, responsables de la inseguridad.
Es momento de ajustar las exigencias para no seguir adelgazando los bolsillos y aumentando la deserción escolar. Las asimetrías nunca resueltas nos someten a la mitad de ingreso promedio comparado con otras provincias. Y ocupamos los primeros lugares de pobreza y desocupación en la región y el país.
Es una deuda pendiente del sistema educativo argentino la revisión de los métodos para transmitir conocimientos perdurables y no volátiles. Es tarea de autoridades, docentes y familias. La ausencia de solución no puede esconderse con la "sábana" de materiales didácticos.