Corrientes 21 °C
Min. 13 °CMax. 23 °C
 
Para ver esta nota en internet ingrese a: https://www.radiodos.com.ar/a/137825
Carlos Bramante

Autor

NINGÚN DIRIGENTE PUEDE HACERSE EL DESENTENDIDO

El trabajo, una cultura devaluada por los errores políticos

La principal fuente de superación social está amenazada. Falta de oportunidades, salarios deteriorados, controles ausentes y una dirigencia sin reaccionar.

La devaluación no solo afecta a nuestra moneda, sino a los valores de la sociedad y a uno de ellos en particular: la cultura del trabajo. Estamos celebrando el Día del Trabajador y es bueno analizar por qué escasean los motivos para festejar.

Es recurrente encontrarnos con testimonios de trabajadores a quienes se les va la vida sin alcanzar sus objetivos. Mientras tanto, algunas "voces" repetidas les piden ser agradecidos por tener trabajo. Debería ser una etapa superada en Argentina.

No solo por las riquezas del país, sino porque la espera tiene un período acotado de tiempo. No podemos acostumbrarnos al vencimiento del ciclo laboral de la persona que termina sepultando sus sueños bajo las crisis recurrentes.

Siempre tuve mis dudas al escuchar que el trabajo dignifica al hombre. Considero que la desocupación no hace perder la dignidad, aunque entiendo que la falta de trabajo lesiona otros valores esenciales. Lleva desde el inofensivo ocio hasta el peligroso mundo del delito que jaquea la tranquilidad de la sociedad.

Más bien, considero que no hay indignidad en una persona sin trabajo, sino trabajos a los que les falta dignidad. Las causas son numerosas y variadas, pero todas tienen su origen en crisis cíclicas que ninguna dirigencia política revierte. Por eso, tienen que hacerse cargo de sus errores que corroen a "la cultura del trabajo".

Miremos algunos ejemplos que planteo desde columnas anteriores. Uno de ellos es la "masacre salarial" ocurrida en los últimos años. Convirtieron el sueldo de los trabajadores en ingresos de pobreza o, peor aún, de indigencia.

La indignidad del trabajo, y no del trabajador, también se manifiesta en la mitad de las fuentes laborales creadas en los últimos 20 años "en negro". Recordando que, en el último tiempo, la informalidad laboral roza el 60 por ciento y solo se disfraza con dudosos métodos estadísticos para medir la desocupación.

Estamos en presencia de una realidad que quita las ganas a cualquier trabajador que no quiere perder la dignidad por una precarización laboral que pocos defienden. Los controles del Estado son escasos y la protección sindical depende de los "vientos" políticos y de algunas "contribuciones" extras.

Miren a los miles de argentinos que se van del país y que muchos políticos convirtieron en ejes de campaña sin pensar en la responsabilidad que les cabe frente a ese fracaso social. No se van porque perdieron la cultura del trabajo, se van en búsqueda de un salario digno y una estabilidad laboral negada en la tierra que los vio nacer, crecer y estudiar.

Las soluciones que algunos proponen parecieran ir a contramano de los problemas laborales. Primero piensan en subir la edad jubilatoria sin antes darse cuenta de que la expectativa de vida de una persona depende de un trabajo digno, de una cobertura social adecuada y un ambiente laboral agradable.

¿Acaso, "los amantes" de las encuestas no leyeron aquella que advierte que 7 de cada 10 trabajadores no están conformes con su ambiente laboral? El índice más elevado entre los países de la región. Mientras otros reducen el horario laboral, demostrando beneficios para el trabajador y las empresas, alguna dirigencia argentina propone una reforma laboral sin objetivos sensatos de cara a la sociedad

Solo reviven las sospechas de la temida "flexibilización laboral" de principios de siglo cuando "la Banelco" financió votos en el Congreso y se llevó un Vicepresidente. Si esa es la propuesta estamos más cerca de la explotación que de la optimización de los derechos laborales como método eficaz para recuperar la cultura del trabajo.

Algunas preguntas más: ¿Acaso desconocen a los trabajadores captados por redes de trata de personas y sometidos a explotación laboral? ¿No conocen los sueños de "independencia" de los jóvenes obligados a quedarse bajo "el ala" de sus padres? Quieren hacerlo, pero no pueden porque el círculo virtuoso del trabajo está deteriorado y no les garantiza un ingreso para invertir más allá del plato de comida.

Los planes sociales mal empleados no son los únicos que degradan la cultura del trabajo. La informalidad laboral también lo hace. Y es más peligrosa cuando el trabajador sufre un accidente laboral o tan solo los achaque de la vida. Encuentra una ART ausente o una obra social sin prestaciones o cargada de costosos pluses que le llevan a padecer secuelas que degradan su capacidad laboral.

Ningún dirigente puede hacerse el desentendido frente a la realidad que vivimos. Oficialismo y oposición son responsables de una crisis recurrente que, en cada estocada, lo único que hacen es profundizar la pauperización social que estropea a la cultura del trabajo.