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Carlos Bramante

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OPINION

Que la producción no hipoteque la biodiversidad de Corrientes

La forestación paso de 33 mil a 103 mil ha. y pone en peligro a la palmera Yatay. El fuego volvió a atacar. El planeta "deja atrás el calentamiento y entra en ebullición". 

Hace tiempo somos la primera provincia forestal del país. A partir de allí podríamos imaginar un enorme potencial de riqueza y mano de obra para los correntinos. Mientras los resultados son exiguos, una planta autóctona ya está amenazada por los bosques artificiales. 

Un estudio del Instituto de Botánica del Nordeste (UNNE-CONICET) y el INTA sobre la emblemática palmera Butia Yatay en Corrientes, evidenció que su área de distribución se mantiene pero la cantidad de ejemplares es menor convirtiéndose en riesgo para su existencia.

Mientras tanto, las ganancias de la forestación son mínimas para saldar las necesidades de los correntinos. Su materia prima no colabora con el desarrollo industrial. Solo tenemos aserraderos preparando listones para productos terminados en otros lugares.

La producción maderera tampoco responde a otro grave déficit: la falta de viviendas. Miles de inscriptos esperan ansiosos los sorteos de INVICO como si fueran "el gordo" de cualquier juego de azar, no por el "premio", sino por la cantidad de participantes.

Mientras tanto el hacinamiento afecta la convivencia familiar y la dignidad humana, con solo mirar los reiterados casos de abuso infantil. Y los jóvenes postergan el objetivo de formar familia por el constante deterioro salarial. Incluso, sepultan metas de largo plazo por pobres o indigentes recompensas a un puesto de trabajo atrapado en la informalidad laboral.

De todas formas, no perdemos la esperanza de una política de desarrollo industrial sustentable con la construcción del aserradero "más grande del país" en Gobernador Virasoro. Ojalá sus objetivos se cumplan a corto tiempo. 

Los correntinos no queremos que la promoción industrial sea una promesa con resultados que terminen siendo las modernas imitaciones de los "espejitos de colores" traídos por los colonizadores de nuestra empobrecida América.

Esa realidad enfrenta el gobierno de Luis Lacalle Pou. En 2020 promocionó la industria del cannabis medicinal con una mega inversión privada. Hoy, muy cerca de Corrientes, en la ciudad uruguaya de Salto queda enterrada la esperanza de 400 puestos de trabajo.

Al año siguiente de su instalación comenzaron los inconvenientes. Hoy, decenas de trabajadores viven el sabor amargo de un despido por Whatsapp y ningún responsable de salarios e indemnizaciones adeudadas. 

Corrientes tiene expectativas en esa industria y sin inversión privada no podremos superar la etapa de "laboratorio". Para que sea un éxito, hay que explotarla comercialmente vendiéndole al mundo sus beneficios medicinales.

Tampoco debemos ser el "reservorio" de producciones nocivas desterradas en otras regiones del mundo. No seamos un "basurero" industrial a cambio de limosnas y la vida de la gente.

El planeta está en peligro y las amenazas se convirtieron en realidad. La ola de calor en el hemisferio norte nunca fue registrada por ninguna organización meteorológica. Hoy es sinónimo de muerte en varios países.

La tierra y el agua del mar se recalientan a niveles asombrosos. Sucede en el Mediterráneo, en las costas de la Florida (EE.UU.) donde mueren los arrecifes de coral o en el desierto mexicano de Sonora con 81° C. 

El titular de la O.N.U. dijo que "el planeta salió del calentamiento y entró en ebullición". Advirtió que "es el comienzo" de consecuencias descontroladas. Por eso, necesitamos debatir la ecuación de ganancias y pérdidas frente a producciones redituables en el corto plazo de una generación pero dañinas para las venideras.

Corrientes padece el cambio climático. Antes tenía el 40 por ciento de superficie cubierta por agua dulce. En 2022 se redujo al 12 y este año al 8 %, según el relevamiento realizado por el INTA.

Mientras nos recuperamos de los incendios, la amenaza no cesa y vuelve  a ser realidad. La semana pasada se quemaron 1.000 hectáreas del Estero Santa Lucía, entre General Paz y San Miguel. Mientras esto ocurre, esquivamos la discusión para crear un Ministerio de Ecología. 

Que la visión de nuestra dirigencia no sea cortoplacista. Necesitamos solucionar problemas sin olvidar que estamos obligados a dejar una herencia redituable a las futuras generaciones. 

Las políticas de Estado no pueden contradecir a la "fábrica de naturaleza". Un llamativo slogan de la última campaña legislativa si somos conscientes que no podemos imitar al Creador aunque nos invadan ínfulas de superioridad ayudados por la Inteligencia Artificial. De todas formas, alentador para estimular objetivos que preserven el ambiente. 

No permitamos que los sembradíos arrasen con los bosques y dejen suelos áridos elevando las temperaturas hasta hacernos contar muertos por decenas como sucede en Europa, Asia y América del Norte.

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Carlos Bramante